Los físicos aún no saben si las estrellas de neutrones tienen corazones extraños, literalmente. Las condiciones son tan extremas que nuestras teorías habituales de la física tienden a venirse abajo; la complejidad de todas esas interacciones de quarks es demasiado para nuestras matemáticas. Y como no tenemos ninguna estrella de neutrones cercana que podamos examinar personalmente, no podemos abrir una para ver qué ocurre en su interior.
Pero puede haber otra forma de sondear la extraña naturaleza de la materia extrema. Como he dicho antes, sabemos cómo crear estrellas de neutrones. Tomas una estrella gigante con suficiente masa y la dejas morir. Y sabemos cómo hacer agujeros negros. Tomas una estrella aún más gigante y la dejas morir.
Las estrellas de quark entran en escena
Pero, ¿y si hubiera algo intermedio? ¿Y si hubiera una estrella demasiado grande para formar una estrella de neutrones, pero demasiado pequeña para formar un agujero negro? A menudo consideramos que las estrellas de neutrones son el tipo de objeto más denso que puede producir el universo antes de colapsar sobre sí mismo por atracción gravitatoria infinita y convertirse en un agujero negro. Pero tampoco entendemos del todo la física de los quarks extraños en densidades extremas. Podría ser que fueran capaces de proporcionar una fuente de apoyo contra el aplastante peso gravitatorio y mantenerse como objetos que vagan libremente por el universo.
Son las llamadas "estrellas extrañas". Los cálculos preliminares (que, debo subrayar, se encuentran ahora mismo en un estado muy tosco y aproximado, porque no tenemos un dominio sólido de toda la física de este tipo de objetos) pintan un cuadro intrigante. Las estrellas extrañas, formadas casi exclusivamente por quarks extraños flotantes, se parecerían mucho a las estrellas de neutrones. Sólo serían ligeramente más pequeñas, tendrían temperaturas ligeramente más altas y masas ligeramente superiores.
Así que este resultado abre una perspectiva sorprendente y encantadora: quizás algunas, si no muchas, de las estrellas de neutrones que observamos en el universo, especialmente las más pesadas, son en realidad estrellas extrañas disfrazadas.
A pesar de la capacidad de las estrellas extrañas para imitar a las estrellas de neutrones, los astrofísicos inteligentes han ideado muchas formas de diferenciarlas. Ambos tipos de estrellas giran rápidamente (las más rápidas giran más que la batidora de la cocina) y emiten potentes haces de radiación. Cuando observamos estos haces de radiación bañando la Tierra, los llamamos púlsares. En ocasiones, las superficies de estas estrellas se reorganizan en violentos terremotos estelares que liberan una enorme cantidad de energía. La composición de la estrella -materia de neutrones o materia extraña- puede cambiar la firma de esa radiación y desenmascarar su verdadera identidad.
Otra forma de encontrar las estrellas extrañas es a través de las colisiones. En ocasiones, este tipo de estrellas nacen en parejas binarias, que acaban acercándose en espiral y colisionando. La explosión resultante se conoce como kilonova y, de hecho, es una de las principales formas de producción de elementos pesados, como el oro y el platino, en todas las galaxias. Los astrónomos sólo han logrado observar dos explosiones de kilonova, y esas observaciones no proporcionaron datos suficientes para saber si eran el resultado de la colisión de estrellas de neutrones o de estrellas extrañas.
Los astrónomos siguen a la caza de estrellas extrañas. Uno de los principales obstáculos para encontrarlas es que aún no comprendemos del todo cómo se comportarían cuando sus cortezas se reacomodaran o cuando colisionaran. Nuestros conocimientos de física no son suficientes. Pero precisamente por eso estamos ansiosos por encontrar y confirmar una en el universo. Las estrellas extrañas representarían la forma más extrema de materia fuera de un agujero negro, y nos proporcionarían una ventana a las operaciones fundamentales de los quarks, los neutrones y la fuerza nuclear fuerte, algo a lo que es completamente imposible acceder en los laboratorios de la Tierra.
Extraño, pero cierto.